Oraciones



 
Les compartimos esta hermosa oración de San Patricio para iniciar el día. 

Me levanto hoy 
por una fuerza poderosa, 
la invocación a la Trinidad, 
la creencia en la Trinidad, 
la confesión de la Unidad del Creador del mundo.


Me levanto hoy 
por la fuerza del nacimiento de Cristo y de su bautismo, 
por la fuerza de su resurrección y de su ascención, 
por la fuerza de su venida el día del juicio.

Me levanto hoy 
por la fuerza de Dios que me guía, 
por el poder de Dios que me sostiene, 
por la inteligencia de Dios que me conduce, 
por el ojo de Dios que mira delante de mí, 
por el oído de Dios que me escucha, 
por la Palabra de Dios que habla conmigo, 
por la mano de Dios que me guarda, 
por el camino de Dios que me precede, 
por el escudo de Dios que me protege, 
por el ejército de Dios que me salva de las redes del demonio, 
de las seducciones de los vicio, 
de las inclinaciones de la naturaleza, 
de todos los hombres que me desean el mal, 
de lejos y de cerca, en la soledad y en la multitud.

Cristo conmigo, 
Cristo ante mí, 
Cristo detrás de mí, 
Cristo en mí, 
Cristo por debajo de mí, 
Cristo por encima de mí, 
Cristo a mi derecha, 
Cristo a mi izquierda, 
Cristo a lo ancho, 
Cristo a lo largo, 
Cristo a lo alto.

Me levanto hoy 
por una fuerza poderosa, 
la invocación a la Trinidad, 
la confesión de la Unidad del Creador del mundo.

En el Señor está la salvación, 
que tu salvación, Señor, 
esté siempre con nosotros. 
¡Amén!
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Para la III Asamblea Extraordinario el Sínodo de Obispos sobre la Familia circuló esta oración por internet. Se las compartimos.


Oh Jesús, Rey y Señor de la Iglesia: renuevo en tu presencia mi adhesión incondicional a tu Vicario en la Tierra, el Papa.


En él Tú has querido mostrarnos el camino seguro y cierto que debemos seguir en medio de la desorientación, la inquietud y el desasosiego.

Creo firmemente que por medio de él Tú nos gobiernas, enseñas y santificas, y bajo su cayado formamos la verdadera Iglesia: una, santa, católica y apostólica.

Concédeme la gracia de amar, vivir y propagar como hijo fiel sus enseñanzas.

Cuida su vida, ilumina su inteligencia, fortalece su espíritu, defiéndelo de las calumnias y de la maldad.

Aplaca los vientos erosivos de la infidelidad y la desobediencia, y concédenos que, en torno a él, tu Iglesia se conserve unida, firme en el creer y en el obrar, y sea así el instrumento de tu redención.


Amén.

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Oración al amor misericordioso de Dios compuesta por Santa Teresita del Niño Jesús
Santa Teresita del Niño Jesús, a quien la Iglesia Católica celebra este 1 de octubre,  llevaba noche y día sobre su corazón este acto de ofrenda, en el libro de los Santos Evangelios. Constituye una hermosa oración de ofrecimiento al Señor. Se las compartimos.


Ofrenda de mí misma como víctima de holocausto al amor Misericordioso de Dios.

¡Oh Dios mío, Trinidad santa!, yo quiero amarte y hacerte amar, y trabajar por la glorificación de la santa Iglesia salvando a las almas que están en la tierra y liberando a las que sufren en el purgatorio. Deseo cumplir perfectamente tu voluntad y alcanzar el grado de gloria que Tú me has preparado en tu reino. En una palabra, quiero ser santa. Pero siento mi impotencia, y te pido, Dios mío, que Tú mismo seas mi santidad.
Ya que me has amado hasta darme a tu Hijo único para que fuese mi Salvador y mi Esposo, los tesoros infinitos de su méritos son míos; te los ofrezco gustosa, y te suplico que no me mires sino a través de la Faz de Jesús y en su Corazón abrasado de amor.
Te ofrezco también todos los méritos de los santos (de los que están en el cielo y de los que están en la tierra), sus actos de amor y los de los santos ángeles. Y por último, te ofrezco, ¡oh santa Trinidad!, el amor y los méritos de la Santísima Virgen, mi Madre querida; a ella le confío mi ofrenda, pidiéndole que te la presente. Su divino Hijo, mi Esposo amadísimo, en los días de su vida mortal nos dijo: «Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo concederá».
Por eso estoy segura de que escucharás mis deseos. Lo sé, Dios mío, cuanto más quieres dar, tanto más haces desear.
Siento en mi corazón deseos inmensos, y te pido confiadamente que vengas a tomar posesión de mi alma. ¡Ay!, no puedo recibir la sagrada Comunión con la frecuencia que deseo, pero, Señor, ¿no eres Tú todopoderoso...? Quédate en mí como en el sagrario, no te alejes nunca de tu pequeña hostia...
Quisiera consolarte de la ingratitud de los malos, y te suplico que me quites la libertad de desagradarte. Y si por debilidad caigo alguna vez, que tu mirada divina purifique enseguida mi alma, consumiendo todas mis imperfecciones, como el fuego, que todo lo transforma en sí...
Te doy gracias, Dios mío, por todos los beneficios que me has concedido, y en especial por haberme hecho pasar por el crisol del sufrimiento. En el último día te contemplaré llena de gozo llevando el cetro de la Cruz. Ya que te has dignado darme como lote esta cruz tan preciosa, espero parecerme a ti en el cielo y ver brillar en mi cuerpo glorificados los sagrados estigmas de tu Pasión...
Después del destierro de la tierra, espero ir a gozar de ti en la Patria, pero no quiero acumular méritos para el cielo, quiero trabajar sólo por tu amor, con el único fin de agradarte, de consolar a tu Sagrado Corazón y de salvar almas que te amen eternamente.
En la tarde de esta vida, compareceré delante de ti con las manos vacías, pues no te pido, Señor, que lleves cuenta de mis obras. Todas nuestras justicias tienen manchas a tus ojos. Por eso yo quiero revestirme de tu propia Justicia y recibir de tu Amor la posesión eterna de Ti mismo. No quiero otro trono ni otra corona que Tú mismo, Amado mío...
A tus ojos, el tiempo no es nada, y un solo día es como mil años. Tú puedes, pues, prepararme en un instante para comparecer delante de ti... A fin de vivir en un acto de perfecto amor, YO ME OFREZCO COMO VÍCTIMA DE HOLOCAUSTO A TU AMOR MISERICORDIOSO, y te suplico que me consumas sin cesar, haciendo que se desborden sobre mi alma las olas de ternura infinita que se encierran en ti, y que de esa manera llegue yo a ser mártir de tu amor, Dios mío...
Que ese martirio, después de haberme preparado para comparecer delante de ti, me haga por fin morir, y que mi alma se lance sin demora al eterno abrazo de tu Amor misericordioso...
Quiero, Amado mío, renovarte esta ofrenda con cada latido de mi corazón y un número infinito de veces, hasta que las sombras se desvanezcan y pueda yo decirte mi amor en un cara a cara eterno...

Maria Francisca Teresa
del Niño Jesús y de la santa Faz
carm.sc.ind.


Fiesta de la Sma. Trinidad, 9 junio del año de gracia 1895

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Oración por la Paz del Papa Juan Pablo II
El Papa Juan Pablo II escribió esta bella oración por la paz. Imploremos con ella a Dios para que nos conceda este don tan necesario hoy en día.











 
Dios de infinita misericordia y bondad,

con corazón agradecido te invocamos hoy en esta
tierra que en otros tiempos
recorrió San Pablo.

Proclamó a las naciones la verdad de que en
Cristo Dios reconcilió al mundo consigo. Que tu
voz resuene en el corazón
de todos los hombres y mujeres,
cuando los llames a seguir
el camino de reconciliación y paz,
y a ser misericordiosos como tú.

Señor, tú diriges palabras de paz
a tu pueblo y a todos
los que se convierten a ti de corazón.
Te pedimos por los pueblos de
Oriente Próximo.

Ayúdales a derribar las barreras
de la hostilidad y de la división
y a construir juntos un mundo
de justicia y solidaridad.

Señor, tú creas cielos nuevos
y una tierra nueva.
Te encomendamos a los jóvenes
de estas tierras.

En su corazón aspiran
a un futuro más luminoso;
fortalece sus decisión de ser hombres
y mujeres de paz y heraldos
de una nueva esperanza para sus pueblos.
Padre, tú haces germinar
la justicia en la tierra.

Te pedimos por las autoridades civiles
de esta región,
para que se esfuercen por satisfacer
las justas aspiraciones de sus pueblos
y eduquen a los jóvenes
en la justicia y en la paz.

Impúlsalos a trabajar generosamente
por el bien común y a respetar
la dignidad inalienable de toda persona
y los derechos fundamentales que derivan de la
imagen y semejanza del Creador
impresa en todo ser humano.

Te pedimos de modo especial
por la autoridades de
esta noble tierra de Siria.

Concédeles sabiduría, clarividencia
y perseverancia;
no permitas que se desanimen
en su ardua tarea de construir
la paz duradera,
que anhelan todos los pueblos.
Padre celestial, en este lugar
donde se produjo la conversión
del apóstol San Pablo,
te pedimos por todos los que creen
en el evangelio de Jesucristo.

Guía sus pasos en la verdad y en el amor.
Haz que sean uno, como tú eres uno
con el Hijo y el Espíritu Santo.

Que testimonien la paz que supera todo
conocimiento y la luz que triunfa
sobre las tinieblas de la hostilidad,
del pecado y de la muerte.

Señor del cielo y de la tierra,
Creador de la única familia humana,
te pedimos por los seguidores
de todas las religiones.

Que busquen tu voluntad en la oración
y en la pureza del corazón,
y te adoren y glorifiquen tu santo nombre.
Ayúdales a encontrar en ti la fuerza
para superar el miedo y la desconfianza, para que
crezca la amistad
y vivan juntos en armonía.

Padre misericordioso,
que todos los creyentes encuentren
la valentía de perdonarse unos a otros,
a fin de que se curen las heridas del pasado y no
sean un pretexto
para nuevos sufrimientos en el presente.

Concédenos que esto se realice
sobre todo en Tierra Santa,
esta tierra que bendijiste
con tantos signos de tu Providencia
y donde te revelaste como Dios de amor.

A la Madre de Jesús,
la bienaventurada siempre Virgen María,
le encomendamos a los hombres
y a las mujeres que viven en la tierra
donde vivió Jesús.

Que, al seguir su ejemplo,
escuchen la palabra de Dios
y tengan respeto y compasión
por lo demás, especialmente
por los que son diversos de ellos.

Que, con un solo corazón y una sola mente,
trabajen para que todo el mundo sea
una verdadera casa para todos sus pueblos.
¡ Paz! ¡Paz! ¡Paz!

Amén.


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ORACIÓN POR EL SÍNODO DE OBISPOS SOBRE LA FAMILIA
Hermanos sacerdotes, el pasado sábado, la Santa Sede anunció que el Papa Francisco convocó a una Jornada de Oración por el Sínodo de Obispos sobre la Familia, que se realizará del 5 al 19 de octubre en el Vaticano. Por ello, muchos obispos están invitando a rezar, desde ahora, la oración que el Santo Padre preparó con ocasión de la Fiesta de la Sagrada Familia el año pasado. Les compartimos la oración.
“Jesús, María y José,
en ustedes contemplamos
el esplendor del amor verdadero,
a ustedes nos dirigimos con confianza.
Sagrada Familia de Nazaret,
haz que también nuestras familias
sean lugares de comunión y cenáculos de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas Iglesias domésticas.
Sagrada Familia de Nazaret,
que nunca más en las familias se vivan experiencias
de violencia, cerrazón y división:
que todo el que haya sido herido o escandalizado
conozca pronto el consuelo y la sanación.
Sagrada Familia de Nazaret,
que el próximo Sínodo de los Obispos
pueda despertar en todos la conciencia
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
su belleza en el proyecto de Dios.
Jesús, María y José,
escuchen y atiendan nuestra súplica. Amén”.

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A unos días de la fiesta de Santa Teresa queremos compartirles este poema de su autoría:

¡Ah, pastores que veláis,
por guardar vuestro rebaño,
mirad que os nace un Cordero,
Hijo de Dios Soberano!

Viene pobre y despreciado,
comenzadle ya a guardar,
que el lobo os le ha de llevar,
sin que le hayamos gozado.
Gil, dame acá aquel cayado
que no me saldrá de mano,
no nos lleven al Cordero:
¿no ves que es Dios Soberano?

¡Sonzas!, que estoy aturdido
de gozo y de penas junto.
¿Si es Dios el que hoy ha nacido,
cómo puede ser difunto?
¡Oh, que es hombre también junto!
La vida estará en su mano;
mirad, que es este el Cordero,
Hijo de Dios Soberano.

No sé para qué le piden,
pues le dan después tal guerra.
Mía fe, Gil, mejor será
que se nos torne a su tierra.
Si el pecado nos destierra,
y está el bien todo en su mano,
ya que ha venido, padezca
este Dios tan Soberano.

Poco te duele su pena;
¡oh, cómo es cierto del hombre,
cuando nos viene provecho,
el mal ajeno se esconde!
¿No ves que gana renombre
de pastor de gran rebaño?
Con todo, es cosa muy fuerte
que muera Dios Soberano.

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Hermanos sacerdotes, ante la persecución que viven los cristianos en Medio Oriente, les compartimos esta oración. Por favor, difúndanla.


Señor:
Te pedimos por los cristianos en Irak
que por su fe son cruelmente perseguidos,
dales fortaleza y valor ante la adversidad,
líbralos de sus enemigos
y concede que su testimonio y su martirio
den frutos de conversión y santidad.

Que cuenten con nuestra oración
y solidaridad,
y los encomendamos a nuestra Madre,
Santa María de Guadalupe,
para que hallen refugio en su regazo,
amparo en el cruce de sus brazos,
y por su poderosa y maternal intercesión
los que han sido sus perseguidores
se conviertan en hermanos y constructores
de la paz y la reconciliación. Amén

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Con ocasión del Año Nuevo el padre Ángel Fernández nos envió esta oración:


ORACION  DEL  AÑO  NUEVO
 
Señor Dios,
dueño del tiempo y de la eternidad:
tuyo es el hoy y el mañana,
el pasado y el futuro.
 
Al empezar un año más,
detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar,
te presento estos días
que sólo tu sabes si llegaré a vivirlos.
 
Hoy te pido para mí y los míos:
la paz y la alegría,
la fuerza y la prudencia,
la claridad y la sabiduría.
 
Quiero vivir cada día
con  optimismo y bondad,
llevando a todas partes un corazón lleno
de comprensión y de paz.
 
Cierra Tú mis oídos a toda falsedad,
mis labios a palabras mentirosas,
egoístas, mordaces o hirientes.
 
Abre en cambio mi ser
a todo lo que es bueno,
que mi espíritu se llene sólo de bendiciones
y las derrame a mi paso.
 
Cólmame de bondad y de alegría
para que cuantos conviven conmigo,
o se acerquen a mí,
encuentren en mi vida un poquito de Ti.
 
Dame un  año feliz,
y enséñame a repartir felicidad.
Amén.


Por ahí encontré esta oración y me conmovió:

ORACIÓN DE UN SOLDADO NORTEAMERICANO

Yo nunca hable contigo. Hoy quiero saludarte ¿Cómo estás? ¿Tu sabes? me decían que no existes; y yo, tonto, creí que era verdad. Anoche vi tu cielo, me encontraba oculto en un hoyo de granada...

¿Quien iría a creer que para verte bastaba con tenderse uno de espaldas; no se si aun querrás darme la mano; al menos, creo que me entiendes. Es raro que no te haya encontrado antes sino en un infierno como este. Pues bien... ya todo te lo he dicho. Aunque la ofensiva nos espera para muy pronto, Dios, no tengo miedo desde que descubrí que estabas cerca.

¿La señal!... tal vez llame a tu cielo. Comprendo que no he sido amigo tuyo, pero... ¿Me esperaras si hasta ti llego? ¿Como!... mira Dios, ¿estoy llorando!... tarde te descubrí... cuanto lo siento! dispensa... debo irme... buena suerte!

(que raro, sin temor voy a la muerte!...).

ESTE POEMA SE ENCONTRO EN LA GUERRERA DE UN SOLDADO NORTEAMERICANO
MUERTO EN COMBATE, EN LA GUERRA DE COREA.


El padre José Ángel Fernández nos envió esta oración de Javier Leoz

DECALOGO  PARA  LA PRIMERA  SEMANA  DE  ADVIENTO
P.  Javier Leoz
1.- VIGILA y cuida los dones que Dios te ha dado. No es bueno dejar que muera o no sirva para nada, lo mejor que existe en nosotros.
 
2.- VIGILA tu vida interior. ¿Por qué tanto empeño en la eficacia, en lo que se ve y, tan poco, en el equilibrio de uno mismo?
 
3.- VIGILA tu vida exterior. No te dejes llevar por las sensaciones. Llena todo lo que haces y eres, con gozo y verdad.
 
4.- VIGILA aquello que te produce vértigo o temor. No dejes que, nada ni nadie, perturbe tu derecho a estar y a vivir en paz.
 
5.- VIGILA las tareas que tienes encomendadas. Dales un cierto sabor cristiano. ¿Que no te atreves? ¿Que es difícil? Dios también lo tuvo complicado para hacerse presente en medio de los hombres
 
6.- VIGILA tu reloj. No vivas sin sentido. Que no pasen las horas sin un pensamiento para Dios por lo mucho que ama y se acerca hasta la humanidad.
 
7.- VIGILA tu fe. No es lo mismo ser bueno que ser creyente. No es suficiente ser bueno y dejar de lado a Dios. ¿Dónde está la fuente y la cumbre del bien si no es en Dios?
 
8.- VIGILA tu compromiso con la Iglesia. Si nos alejamos del calor, podemos coger un resfriado. Si nos alejamos de la Iglesia, podemos contaminarnos con una poderosa neumonía espiritual.
 
9.- VIGILA tu caridad. Sal al encuentro de algo o de alguien. Prepara el camino al Señor en tu casa, con tu familia, con tus amigos.
 
10.- VIGILA tu testimonio. ¡Habla de Dios! Comienza a pensar en dónde y cómo instalar el belén, la estrella, un signo cristiano: es el Niño Dios a quien festejamos y que nos trae felicidad y paz, no el “santa Claus” del consumismo; no fomentes estas cosas extranjeras y paganas.
 
 
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ORACIÓN PARA PEDIR POR UN GOBERNANTE

 P. Ernesto María Caro

Señor, tú conoces bien nuestras necesidades y todas las aflicciones de nuestra vida moderna. Tú conoces el corazón de quienes nos han de gobernar. Por ello, te pedimos, con gran humildad y con todo nuestro corazón, que nos des un Gobernante según tu corazón.



Señor, danos un Gobernante que te obedezca y que te sea fiel en todo momento, como Moisés. Que genere leyes que permitan que se establezca tu Reino, un Reino de justicia y de paz. Que tenga una fe tan grande como para hacer que se abran no sólo los mares, sino los corazones; que pueda hacer brotar de la roca de la injusticia el agua viva de la caridad, de manera que no falte nada a nadie, así los que poco tienen no les faltará y los que mucho tienen no les sobrará.



Señor, danos un Gobernante que nos gobierne como Samuel. Un Gobernante que tenga intimidad contigo, que te conozca y respete. Que pueda conducir al pueblo en esta etapa tan importante por la que pasa la humanidad, una etapa de transición hacia un mundo cibernético y tecnologizado, que corre el peligro del individualismo y la alienación. De un mundo que se encierra en sí mismo y no ve más allá de lo material. Danos un Gobernante que nos ayude a volver a centrar nuestros ojos en lo espiritual, en lo trascendente, en lo eterno.



Danos, Señor, un Gobernante que te ame por sobre todas las cosas y que sea valiente para pelear tus batallas como lo hizo David. Que tenga tu fuerza y tu Espíritu para guiar al pueblo y es-tablecer la paz. Que tenga un corazón humilde para que confíe sólo en ti. Un Gobernante como David, que ame profundamente a tu pueblo y que, aun en situaciones difíciles, sepa conservar la fe.



Danos, Señor, un Gobernante como Salomón, que tenga sabiduría y juicio para conducir a tu pueblo. Que con su sabiduría lleve a nuestro pueblo a gozar, como en tiempos de Salomón, de bienestar económico y de progreso, de tal suerte que hasta las naciones lejanas se admiren de lo que tú has hecho a través de un Gobernante tan sabio.



Danos, Señor, un Gobernante como Nehemías, que nos ayude a reconstruir nuestro país, hoy devastado por la inseguridad y el egoísmo de muchos de nosotros.



Finalmente, danos un Gobernante como Judas Macabeo, que nos impulse a combatir a los enemigos del pueblo: la injusticia, la pasividad, la corrupción, el abuso. Que nos conduzca en esta guerra contra nuestras pasiones y restablezca la soberanía de tu amor entre nosotros. Que podamos desterrar de nosotros el materialismo que nos destruye para poder volver a ponerte al centro de nuestras vidas.



Señor, hoy más que nunca necesitamos de tu ayuda. Guía por medio de tu Espíritu Santo nuestro corazón y ayúdanos a elegir conforme a tu voluntad. Nos abrimos a tu amor para que seas tú quien elija, a través de nosotros, a la persona que nos guiará y nos ayudará a construir tu Reino aquí en nuestro amado país.



Escucha a tu pueblo, Señor, te lo pedimos, por la intercesión de nuestra Madre Santísima, la Virgen de Guadalupe, quien nos prometió tu asistencia en nuestros momentos más importantes.


Amén.


PLEGARIA POR LOS ENFERMOS




Celebrante:


Oremos, amados hermanos, a Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, por nuestros hermanos enfermos y por todas las necesidades humanas.

1. Por la Santa Iglesia de Dios: para que el Señor la gobierne, la purifique de toda culpa y la renueve por el Espíritu Santo.

Roguemos a Dios.

2. Por nuestra parroquia (comunidad): para que la celebración cotidiana de la Eucaristía nos impulse a compromisos concretos de caridad para con nuestros hermanos que sufren y pasan necesidad.

Roguemos a Dios.

3. Por los que consagran su vida al servicio de los enfermos y de los ancianos: para que los atiendan siempre con celo y amor.

Roguemos a Dios.

4. Por los que sufren, los enfermos y los moribundos: para que encuentren en la comunión eucarística su fuente de esperanza y fortaleza.

Roguemos a Dios.

5. Por los frutos de esta Eucaristía: para que lleguen también a nuestros hermanos difuntos y puedan ellos gozar de la gloria eterna.

Roguemos a Dios.

Celebrante:


Dios todopoderoso y eterno: escucha con bondad la oración de tus fieles y dígnate visitar con tu consuelo a nuestros hermanos enfermos.


Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


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