Ricardo Medina / Blog: Círculos
Virtuosos
México se encuentra en una
carrera electoral en la que lo normal, para algunos candidatos, es mentir con
descaro, operar campañas de desinformación, trasparentar sólo lo que les
conviene y manipular encuestas para que les favorezcan. Son cosa diaria las
acusaciones repetitivas sobre la ineptitud y corrupción ajenas, que nunca van
acompañadas del mínimo reconocimiento de falta propia. Además, ahora los
ciudadanos siguen y recrudecen el juego. Sumadas a esperanza y anhelos –que
entiendo genuinos– las exageraciones, insultos y lapidaciones en medios
sociales han convertido el proceso electoral en un verdadero lodazal. El resto
de los ciudadanos estamos agotados entre tratar de mediar, esclarecer o mejor
cambiar el tema.
Tanto los candidatos como sus
partidarios desconocen que el diálogo electoral es también un bien público. Una
mentira repetida mil veces no se convierte en verdad, sino en defraudación
sistematizada, y esto deteriora cualquier debate futuro. Ganar manipulando la
esperanza no legitima a nadie, pues el desencanto siguiente es inevitable.
Negar la verdad de los actos propios y enfatizar la de los ajenos sólo
entreteje una red de sabotajes que hace cada vez más difícil el progreso.
La incongruencia no se corrige
con ideología, sino con rectitud interna. Pero cualquier precio a pagar será
poco, pues el botín percibido lo amerita. Siguiendo a Macario, estos hambreados
candidatos y correligionarios confunden urnas con pollos rostizados (Traven,
2003) y agotan el poco respeto institucional que aún les queda. Pero la
elección es apenas el inicio de la democracia, el país no es botín, sino tarea
de servicio y todo sabotaje es al final auto sabotaje.
Necesitamos tomar aliento y
recuperar nuestro espacio público. Y la ruta transita por un sendero que
llevamos dos mil años escuchando: basta de pedradas; liberémonos de mentiras,
aspiremos a un orden superior (Jn 8); quien quiera ser el primero, que sirva
(Mc 9, 33-35). ¿Soy Idealista? Vaya que sí, y es porque suelo llevar mi
realismo hasta el final. Me revitalizo a base de ideales porque, al igual que
tú, he visto la esclavitud y violencia engendradas por la mentira. Y también
porque soy testigo de la libertad y paz que fructifican tras la verdad. Así que
ahora te invito. Nuestro espacio democrático, además de esa pizca de Esperanza
con que cuenta, necesita también una gota de Verdad.
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