Del blog de Felipe Monroy
De todos los cambios que el cardenal Carlos Aguiar Retes ha
manifestado interés de implementar en la Arquidiócesis de México, el convenio
de colaboración con la Red de Sobrevivientes de Víctimas de Abuso Sexual de
Sacerdotes (SNAP, por sus siglas en inglés) es, sin lugar a dudas el más audaz
y el que más rompe con el estilo de trabajo y convicciones de su predecesor, el
cardenal Norberto Rivera Carrera.
Para los cambios en la formación de nuevos sacerdotes,
Aguiar ordenó un cambio radical en el modelo educativo del Seminario Conciliar
de México; para renovar el trabajo de los párrocos en la megalópolis, el
cardenal anima a los sacerdotes a asumir nuevas estructuras de cooperación
intradiocesana; para reordenar la administración económica de una de las
iglesias más grandes del planeta, el arzobispo primado lleva a cabo una especie
de auditoría a las instituciones eclesiales de la mano de la prestigiada firma
de servicios empresariales Ernest&Young.
Y, para atender los crímenes de pederastia clerical (uno de
los más dolorosos problemas en los que se ha enfrascado la Iglesia católica en
las últimas décadas), la Arquidiócesis de la era Aguiar ha decidido establecer
una alianza con la organización que, desde Estados Unidos, ha logrado poner
bajo los reflectores del mundo, los casos de abuso sexual cometidos por
ministros religiosos –especialmente aquellos contra menores de edad- y ha
denunciado a más de un centenar de obispos católicos por “encubrimiento o
protección” a sus sacerdotes acusados.
SNAP cumple 30 años este 2018; la organización nació en
Chicago con apenas un puñado de miembros y hoy tiene presencia en más de 60
ciudades con más de 20 mil asociados. Como parte de su lucha legislativa por
visibilizar este crimen, en México lograron que la pederastia fuera calificada
como delito grave; además, como parte de sus litigios, SNAP ha demandado a
cientos de sacerdotes y obispos, incluida a la Santa Sede, y no pocas diócesis
han llegado a arreglos económicos extrajudiciales con los abogados de las
víctimas al tiempo que han forzado a varias diócesis del mundo a adoptar
medidas de prevención y acción contra sacerdotes criminales. Con todo, la Red
SNAP también ha sido obligada a pedir perdón a obispos, diócesis y a sacerdotes
injustamente acusados como sucedió apenas en noviembre pasado en la
Arquidiócesis de St. Louis donde el sacerdote acusado, Joseph Jiang, demandó a
SNAP por difamación y ésta debió pedir disculpas públicas “por acusar con
negligencia, irresponsabilidad y faltando a la verdad”.
En la Ciudad de México, las denuncias de SNAP comenzaron
directamente contra el entonces arzobispo de México, el cardenal Norberto
Rivera Carrera. Se le acusó de encubrir al sacerdote Nicolás Aguilar en
contubernio con el cardenal de Los Ángeles, Roger Mahoney. La arquidiócesis de
México acusó a SNAP y al demandante (Joaquín Aguilar, hoy representante de SNAP
México) de sólo perseguir intereses económicos y, tras largos entretelones de
la primera denuncia SNAP vs Rivera, los abogados de la Red de Sobrevivientes
volverían a demandar a Rivera por un segundo caso de encubrimiento. Y, aunque
los dos casos se dirimieron en instancias judiciales y Rivera fue revelado en
la Arquidiócesis en febrero, el tema no ha quedado en el pasado, SNAP ha
declarado que aún persigue 200 casos de abuso sexual cometidos por sacerdotes
en México y ha adelantado que su interés es responsabilizar también a los
obispos por omisiones, encubrimiento o protección de esos presuntos criminales.
Es en este marco que la Arquidiócesis de México y SNAP
firmaron un convenio donde declaran estar “comprometidos con esta visión:
promover iniciativas vinculadas a mejorar y fortalecer prácticas para proteger
del delito de abuso sexual a los niños, jóvenes y adultos en situación de
riesgo, así como para promover la responsabilidad local en las siglas y zonas
vulnerables”.
En nombre de la Iglesia capitalina, firma la directora de
Comunicación Social, Marilú Esponda (relevo de Hugo Valdemar, el principal
defensor de Rivera ante las acusaciones de SNAP en la última década) y por
parte de SNAP, el propio Joaquín Aguilar, la víctima que desató una de las
guerras judiciales y mediáticas más ásperas entre la Iglesia y los demandantes
de sacerdotes mexicanos. En la declaración, ambas instancias afirman que
trabajan en “un protocolo que ayude a la atención ante los casos que se
pudieran presentar así como de apoyo a las víctimas, para crear conciencia y
educar a la gente sobre la necesidad de proteger a los niños y personas
vulnerables… Combatir desde la raíz estos lamentables casos y trabajar
incansablemente hasta sanar estas situaciones”.
En entrevista con este periodista, Mariú Esponda afirma que
la gente de Aguiar Retes y SNAP México han sostenido varias reuniones después
del pronunciamiento del Cardenal donde enfatizó su postura de “tolerancia cero”
en los casos de pederastia: “Hubo buena disposición de dialogar de las dos
partes y nos dimos cuenta que coincidíamos en esta cuestión fundamental:
Nuestra sincera disposición para prevenir y promover la responsabilidad en el
tratamiento y la resolución de estos casos”.
—¿En qué consiste el acuerdo de colaboración?
—En trabajar en conjunto, aprobar y seguir unos protocolos
comunes, donde se garantice una correcta atención a las víctimas y donde se
estudien e implementen programas de prevención integral a este problema.
—¿Qué aporta SNAP al trabajo de “cero tolerancia” de la
Arquidiócesis de México?
—La unión hace la fuerza. Nuestro afán es estar más cerca de
las víctimas. La pederastia se da en muchos ambientes, también familiares,
educativos, etc. Y SNAP México tiene experiencia en diversos casos que muchas
veces se silencian. Queremos trabajar arduamente con todas las instituciones
que tengan buena voluntad para promover el respeto a la dignidad humana. De ahí
surge nuestro mutuo compromiso para erradicar este problema que se ha vivido
tiempo atrás y que se sigue viviendo hoy.
—¿La arquidiócesis le abrirá la puerta a SNAP a trabajar con
los sacerdotes en Casa Damasco (la instancia diocesana que atiende a sacerdotes
con problemas de adicciones, afectividad y
trastornos psicológicos)?
—La Arquidiócesis abrirá las puertas para trabajar con todas
las instituciones que cada caso requiera.
—¿Las denuncias que haga SNAP obligará a la Arquidiócesis a
atenderlas?
—La Arquidiócesis está en entera disposición de trabajar con
las autoridades correspondientes en el marco de la ley.
—¿Qué sucede con las denuncias que SNAP tiene contra
obispos?
—Tanto la SNAP como la Arquidiócesis están en buena
disposición por aclarar y resolver los casos que se presenten.
Lacónica claridad del nuevo estilo arquidiocesano. El modelo
de Iglesia capitalina a la que el cardenal Carlos Aguiar Retes le imprime su
sello, sin duda se encuentra en las antípodas de las que procuró su predecesor:
desde el sistema de funciones y responsabilidades de sus obispos auxiliares, en
la irrestricta confianza a su inseparable equipo de trabajo nuclear, en la
autoridad paranormativa con la que ejerce su soberana decisión en instituciones
educativas, en la calculada distancia mediática y política durante un momento
tan complejo para México como son las actuales elecciones federales y, sobre
todo, en esta alianza que no sólo simboliza el interés de protección y
prevención de casos de pederastia clerical (la Universidad Anáhuac, de los
Legionarios de Cristo, por ejemplo, trabaja en muy serios protocolos y
certificaciones institucionales para erradicar el abuso sexual en todo tipo de
organizaciones, incluidas las parroquias; y la Conferencia del Episcopado
Mexicano trabajó un Protocolo de Acción frente a casos de pederastia por
instrucción de la Santa Sede) sino también ejemplifica el interés del cardenal
Aguiar de tender la mano incluso a quienes las instancias de su predecesor
llamaron ‘enemigos de la Iglesia’, ‘falsos acusadores’ y ‘oportunistas’.
En el pasado, lo que entonces se consideraron “ataques al
cardenal Norberto Rivera” lograron cierto consenso episcopal de apoyo al
primado capitalino pero también fueron detonantes de profundas diferencias con
el entonces nuncio apostólico, Christophe Pierre. Diferencias que nunca
pudieron resolverse y que afectaron incluso las visitas papales de Benedicto
XVI en 2012 y de Francisco en 2016.
Una nueva era para toda la Iglesia mexicana, sin duda, pues
SNAP aún mantiene la posición de llamar a cuentas a más de 200 sacerdotes y
obispos en México, pero ahora tendrá de aliado al cardenal primado de México.
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