José Beltrán / Vida Nueva España
Es la mujer más poderosa en el mundo de la moda. Y
ejerce. Si ella no acude a la primera
fila de tu desfile, no existes. Siempre parapetada tras unas gafas de sol que
la llevan a distanciarse de cualquier interlocutor en particular y del mundo en
general. Icono, por tanto, que no se separa de sus lentes ni cuando ocupa el
“front row” de los desfiles de medio mundo a los que asiste. Ni si quiera se
despojó de ellas la semana pasada cuando acudió a la semana de la moda de
Londres y se sentó junto a ella la reina Isabel II.
Tal es su fama que llegó a inspirar la película ‘El diablo
viste de Prada’, dibujándola como un ser frío y calculador, dentro de su
profesionalidad. Sin embargo, ella misma contrarrestaría después con la
participación en un documental biográfico en el que, sin renunciar a parte de
esa etiqueta de mujer fatal, se justificaba por su alto grado de profesional y
perfeccionismo. Dónde empieza y terminan las leyendas urbanas solo lo saben
ella y su entorno.
Diálogo fe y cultura desde la costura
Ella es Anna Wintour, la editora de Vogue América, la
revista de referencia en el diseño que hoy aterriza en Roma. En el Vaticano. Es
la encargada de presentar ‘Cuerpos celestiales: la moda y la imaginería
católica’, la histórica exposición que acogerá del 10 de mayo al 8 de octubre
el MET (Metropolitan Art Musseum) de Nueva York.
En ella, no solo de podrán ver vestidos y complementos de
diseñadores inspirados en la Biblia y en la historia de la Iglesia, sino que
también se expondrán ropajes y accesorios de hasta quince papas diferentes,
desde el siglo XVIII hasta hoy. Una ambiciosa muestra que busca acercar los
iconos católicos a una sociedad secularizada a través de cuatro salas en la
Quinta Avenida y un quinto espacio en Fort Tryon Park.
El acto de presentación de la muestra del MET tendrá lugar
esta mañana en el Palazzo Colonna y será el cardenal Gianfranco Ravassi, como
presidente de Pontificio Consejo de la Cultura, quien ejercerá de anfitrión de
Wintour –con o sin gafas–.
El cartel de la exposición del MET muestra el Retrato del
Cardenal Niño de Guevara, del Greco. A la derecha, abrigo diseñado por
Cristobal Balenciaga para su colección de 1954-1955El cartel de la exposición
del MET muestra el Retrato del Cardenal Niño de Guevara, del Greco. A la
derecha, abrigo diseñado por Cristobal Balenciaga para su colección de
1954-1955.
El calificativo “histórica” para la exposición no es
retórica en tanto que se trata de la primera que vez que el centro de arte en
Manhattan escoge esta temática y la desarrolla, queriendo mostrar al público
las influencias de la religión católica en el mundo de la moda. Tanto es así
que la gala más importante que se celebra anualmente en la ciudad amparada por
el museo y que tendrá lugar el 8 de mayo, propondrá a sus invitados que escojan
estilismos inspirados precisamente en la muestra. Baste decir que los
coanfitriones del evento son la cantante Rihanna y Amal Clooney –esposa del
aclamado actor– para valorar el eco del evento.
Dos años de negociaciones
“Hemos estado negociando con la Santa Sede durante dos años
y ha requerido de ocho viajes al Vaticano”, explica el comisario de MET, Andrew
Bolton, sobre los preparativos que adelanta, cómo entre las piezas más
especiales se encuentra la casulla diseñada por Jean-Charles de Castelbajac
para Juan Pablo II con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud de París, en
1987: “Se trata de una prenda bordada con cruces bizantinas arcoíris de la mano
de Maison Lesage, una de las casas de bordado más antiguas de la alta costura
francesa”.
Eso sí, la Santa Sede ha cedido las piezas con una
condición: que las vestimentas donadas para la ocasión se exhiban en salas
diferentes de las de los creadores que se han inspirado en el orbe católico
para realizar sus diseños. Y es que también se verán obras con reminiscencias
católicas de Coco Chanel –criada en el orfanato de un monasterio de monjas en
Aubazine–, de Gaultier, Galliano, Dolce&Gabbana, Versace o Yves Saint
Laurent.
Entre ellos, un español, el impecable Cristóbal Balenciaga.
“Católico de profundas convicciones, sus biógrafos no dudan en señalar que
vivía su trabajo como una auténtica vocación religiosa. Es más, sus
colaboradores comparan el día a día en el taller como si el espacio se tratara
de un monasterio”, explica Bolton que recuerda cómo, cuando era niño Balenciaga
era monaguillo y siempre tuvo como referencia a su tío Julián, párroco de la
iglesia de San Salvador de Guetaria.
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