Pablo Ávila / Signis México
Varias Familias, jóvenes, niños se organizan para viajar a
pueblos distantes de su hogar, en plenas “vacaciones” de Semana Santa para
extender un mensaje a sus semejantes, donde además las condiciones de vivienda
y comida no son las mejores y donde no se descansa y el trabajo es arduo y
continuo. Esto podría parecer un capítulo romántico de una novela del siglo
XIX, un cuento mágico lleno de aventuras o un pasaje proveniente de la imaginación
de un escritor sentado en la mesa de su casa, dándole cuerda a su mente
recreando situaciones difícilmente creíbles. Pero la realidad es que el salir
de casa para en Semana Santa para extender el Evangelio es una tradición de 25
años o más en el tiempo, que ha logrado cambiar la historia para muchas
familias que se han dado cuenta que en el dar, está la felicidad.
La Iglesia, siempre está necesitada de ayuda, la labor de
extender el mensaje de Cristo, siempre ha sido inmensa, y hoy en este Siglo XXI
en muchos países del mundo, son las familias que escuchan el mandato evangélico
de “Id por todo el Mundo y Predicad el Evangelio a todas las Naciones". Un
Mensaje de Cristo, que es dirigido a todos los creyentes en sus palabras y que
no eximen a nadie de llevar su mensaje de Amor. La Labor de los sacerdotes no
abarca todo lo que se quisiera, y por ende hacer Misiones, conlleva una gran
importancia en la labor de evangelizar a nuestros semejantes apoyando a Nuestra
Santa Madre Iglesia.
La alegría que siempre se recibe al dar nuestro tiempo a los
demás es incomparable y no hay cansancio que valga, todo lo que hacemos cuando
trabajamos por la causa de las almas, es poco en comparación con lo que
recibimos de parte de Dios. La sentencia de Cristo, es clara,” El ciento por
uno en esta vida y en la que sigue”. Dejarnos llevar por el amor a nuestros
hermanos es el mejor premio que podemos recibir en el peregrinaje de esta vida
hacia la Casa del Padre. Recordemos que nosotros hemos recibido cantidades de
dones y bendiciones por parte de un Dios que no ha dejado de mimarnos con un
cariño enorme y tan solo el regalo de la Vida que recibimos gratuitamente, es
motivo como para tratar de corresponder de forma concreta tanto amor.
Así, el ir de misiones es un acto de entrega y amor, sin
contemplaciones donde la idea es darnos totalmente a la causa del Amor total
representado en las necesidades espirituales de hermanos nuestros que viven en
comunidades donde la figura sacerdotal no es tan frecuente y los seglares podemos
dar un empuje fuerte a la Palabra de Cristo. Recibimos mucho más de lo que
damos y nuestro agradecimiento a Dios, por la oportunidad de colaborar con él
en la extensión de su Reino debe ser permanente. “La mies es mucha y los
obreros pocos”, una frase donde Jesús pide trabajadores para su viña, que de
sol a sol piensen en lo maravilloso que es poder ser desprendidos, generosos,
amables, constructores de una sociedad donde pueda reinar la buena nueva que
El, nos día hace 2,000 años y que sigue más vigente que nunca en un mundo que
pide a gritos que haya hombres y mujeres capaces de hacerse uno con todos los
que necesitan amor.
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