Miroslava López / Vida Nueva Digital
Este jueves 24 de mayo se cumple un cuarto de siglo del
asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo. Eran las 15:45 horas cuando
una ráfaga de balas impactó en el automóvil Grand Marquis blanco en el que el
cardenal había llegado al Aeropuerto Internacional de Guadalajara para recibir
al entonces nuncio apostólico en México, monseñor Girolamo Prigione. Catorce
disparos –muchos de ellos a menos de un metro de distancia– acabaron con la
vida del Arzobispo de Guadalajara y de su chofer. Han pasado 25 años de aquel
triste acontecimiento que enlutó a la Iglesia mexicana, y al día de hoy no hay
una sentencia definitiva ni un supuesto autor material, mucho menos
intelectual.
“Confiamos en que la investigación de su caso, que sigue
abierta, algún día se esclarezca para que podamos seguir construyendo caminos
para un México más justo y fraterno”, ha señalado la Conferencia del Episcopado
Mexicano este día a través de un comunicado firmado por el presidente del
organismo, el cardenal José Francisco Robles.
Y es que, si bien el expediente se encuentra abierto, para
la comunidad católica en el país éste constituye sólo un monumento a la
impunidad en la historia de los asuntos penales y criminales de México.
Hace un año, Vida Nueva platicó con el abogado Fernando
Guzmán Pérez, coautor del libro “La verdad os hará libres, no tengan miedo”,
sobre el caso Posadas, entrevista que sigue vigente al cumplirse un cuarto de
siglo de aquel lamentable suceso, razón por la cual la reproducimos
íntegramente.
Una historia de impunidad en México
La primera explicación de las autoridades apuntó hacia un
supuesto enfrentamiento entre las bandas criminales de los Arellano Félix con
las de El Chapo Guzmán, y el cardenal Juan Jesús Posadas habría sido
confundido, lo que provocó su muerte. “Estuvo –dicen– en el momento y lugar
equivocados”.
Sin embargo, en el año 2009 el Tribunal Superior de Justicia
de Jalisco anuló todas las sentencias que inculpaban como supuestos asesinos a
miembros de las bandas del narcotráfico. “Era tal la contradicción de
elementos, situaciones totalmente irregulares, que todas esas sentencias se
echaron abajo, y el Tribunal Superior ordenó la reposición total del
procedimiento. Desde entonces, el asunto sigue en el Juzgado Penal de Jalisco
sin que se haya dictado una sentencia, lo cual es muy grave”, advirtió.
Tras la primera hipótesis, los abogados del cardenal Juan
Jesús Posadas pidieron a la Procuraduría General de la República (PGR) dejar
abiertas otras líneas de investigación que, con base en las “contradicciones y
elementos probatorios”, apuntan más bien hacia un crimen de Estado; “sin
embargo –lamentó Guzmán– esas investigaciones tampoco han desembocado en una
nueva consignación, sino que se encuentran durmiendo el sueño de los justos; el
expediente, de más de ciento tomos, está en manos de la PGR y sufre una
inactividad procesal”.
¿Crimen de Estado?
El abogado considera que hay muchos elementos para pensar
que la muerte del cardenal de Guadalajara fue un crimen de Estado. Por ejemplo
–dijo– en 1999 se realizó una reconstrucción de los hechos con base en los
expedientes, y en la que participó un Grupo Interinstitucional conformado por
representantes del estado de Jalisco, la PGR y, por parte de la Iglesia
católica, el cardenal Juan Sandoval Íñiguez y dos obispos más.
Después de dos años de trabajo, el referido grupo llegó a la
conclusión de que antes de la ejecución del cardenal Posadas no había habido
ninguna balacera: “el asunto empezó en el momento en que el coche del Cardenal
se detuvo dentro del estacionamiento del Aeropuerto, y se le ejecutó a
quemarropa mientras éste se bajaba del auto; no hubo ningún enfrentamiento
antes de eso; por lo tanto, no hay elementos para considerar que fue una
confusión”, dijo Guzmán.
Una declaración “muy valiosa” –continúa– es la de un amigo
de la infancia del cardenal Posadas, quien lo visitó en Guadalajara pocos días antes
de que fuera asesinado: “el propio cardenal le contó que había asistido a una
reunión en Los Pinos, donde presentó una queja contra la protección, desde las
altas esferas del poder político, a los cárteles del narcotráfico y a la
prostitución”.
El cardenal le explicó a su amigo que había sido expulsado
violentamente de dicha reunión por José Córdoba Montoya, un hombre de toda la
capacidad y decisión política en el sexenio del presidente Carlos Salinas de
Gortari.
Para el abogado, la “hipótesis artificial” de que hubo una
confusión cayó en el ridículo desde los primeros momentos en que el reconocido
médico forense de Jalisco, el doctor Mario Riva Souza, explicó a la prensa que
con 14 tiros a menos de un metro de distancia, con huella de pólvora en el mentón
–lo que indicaba que le habían disparado a menos de 80 centímetros–, y más de
200 tiros en el automóvil en el que iba, no había sido ninguna confusión”.
Desde el punto de vista del abogado Guzmán, el cardenal
Posadas fue la “víctima escogida por las denuncias evangélicas que venía
haciendo, pues hay más de 40 sermones en los que hizo referencia a la situación
del narcotráfico y a la protección de los cárteles desde el poder; también
denunciaba que en la misma sociedad se venía deteriorando la ética y la moral
por la situación del narcotráfico”.
Evidencias desaparecidas
Guzmán detalla que en el proceso hubo muchas evidencias que
desaparecieron, entre ellas la cruz pectoral, pues hay fotografías en las que
el Cardenal aparece ya ejecutado en el asiento trasero, pero aún con la cruz en
el pecho. Este era otro elemento que acreditaba que no se trataba de un
narcotraficante y, por lo tanto, no podía ser una confusión.
Añade: “También hay evidencias de que hubo gente levantando
los casquillos de bala, limpiando el escenario del crimen. Los datos de los
tickets de los automóviles que estaban en ese momento en el estacionamiento
también desaparecieron, lo mismo que cientos de hojas del expediente. En su
momento se levantó la denuncia penal por todo ello”.
Recuerda también que al revisar la información de las
bitácoras de vuelos del día del crimen, se encontró que el entonces procurador
General de la República, Jorge Carpizo McGregor, había llegado a Guadalajara
una hora antes del asesinato del cardenal, junto con agentes de la Policía
Federal; estuvieron ahí sólo media hora, e inmediatamente regresaron a la
Ciudad de México, poco antes del crimen”. Se pregunta el abogado: “¿A qué iba
ese vuelo, a investigar un crimen que todavía no se cometía, o a prepararlo?”.
¿Qué se espera del caso?
Al preguntarle a Guzmán si ha recibido amenazas en virtud de
su compromiso para que este caso se esclarezca, reveló que “en su tiempo hubo
algunas circunstancias complicadas, y también por ello se presentaron denuncias
en la PGR”.
–¿Están dadas las condiciones para que el caso se
esclarezca?
–No, por el simple hecho de que no hay interés alguno de
avanzar con las investigaciones. Pero la historia recogerá este negro capítulo
como un monumento a la impunidad en México, y un grito que clama justicia.
¿Cómo pueden las personas aspirar a tener justicia cuando sufren violaciones,
vejaciones, crímenes y asaltos, si ni siquiera un crimen de este alcance ha
sido resuelto?
El perdón de la Iglesia
El abogado señaló que ha habido interés por parte de los
papas Juan Pablo II, Benedicto XVI, y ahora el papa Francisco, de que el caso
se aclare: “tiene información de los hechos, pero seguramente este caso, tan
lamentable, quedará ahí en la historia de la impunidad”.
Agregó que la postura de la Iglesia en México es clara:
necesita saber por qué mataron al cardenal y quiénes fueron los responsables.
Sólo así se puede perdonar. “México está sediento de verdad y de justicia; si
algún día se resuelve el caso, sería un paso importante para alcanzar la reconciliación,
la paz y la justicia.
Fernando Guzmán Pérez concluyó que “aún tenemos un país
donde la violencia desbordada asoma por todos los rincones: “crímenes de
sacerdotes en los últimos años, homicidios de periodistas, ninguno de ellos
aclarado, a pesar de que sobran fiscalías; hay impunidad, hay violencia, hay
inseguridad, hay narcotráfico y drogadicción, y toda esta situación que azota a
México quizá se hubiera evitado si la denuncia que el cardenal Posadas presentó
valientemente hace años, sobre la protección a los narcotraficantes desde las
altas esferas del poder, hubiera tenido eco. Hoy no tendríamos un cardenal
asesinado, sino un México diferente”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario