viernes, 22 de junio de 2018

Apoyemos los nuevos impulsos del Espíritu para esta Arquidiócesis


Pbro. Eloy Díaz Mera /Redes Sociales

Muy coherente suena el escrito enviado con la supuesta firma de sacerdotes al Nuncio Apostólico, con la finalidad de posponer o evitar la constitución de nuevas diócesis por iniciativa del  nuevo Arzobispo de México Carlos Aguiar. Pero lamentablemente los hechos y los frutos no refrendan ni respaldan suficientemente dichos argumentos. Como siempre, todo se queda en el papel y en el idealismo poético pastoral de lo que muchos quisiéramos ser, pero que sinceramente no lo somos.

La realidad es contundente y hará cruel pues, aún cuando nos cueste  admitirlo. Después de tantos esfuerzos, de tantos planes, libros, asambleas etc. etc. que se realizaron con el Sr. Cardenal Norberto, no hemos alcanzado los objetivos esperados y cada ves tenemos menos fieles en los templos y creciente indiferencia y desconfianza de las nuevas generaciones. ¿Por qué nos cuesta tanto trabajo reconocer que la Grandiosa Arquidiócesis de México con un Arzobispo y Ocho Obispos auxiliares (caso único en el mundo) ha llenado de hojas el árbol de la higuera, pero le han faltado higos?
Las actitudes individualistas en la pastoral no sólo de muchos presbíteros sino de no pocos auxiliares, ha dificultado una verdadera y efectiva pastoral misionera y de conjunto, en sintonía con la nueva realidad de una ciudad retante, “en acelerado y permanente cambió cultural”. Desde hace 25 años con el  Cardenal Corripio y el Sínodo diocesano nuestra ciudad ya no es la misma. ¿Cuanto tiempo más debemos esperar para que cambiemos también nosotros y caminemos realmente en unidad pastoral respondiendo adecuada y no sólo idealmente a una “Megaciudad” compleja que ya se salió del alcance de nuestros valiosos pero limitados planes pastorales?
Basta examinar el impacto real de nuestros templos en la vida de la cuidad, además de tantos escándalos mediáticos que nos han desprestigiado y el abandono de las nuevas generaciones, pues no necesitamos de expertos para constatar “que por todo ello la ciudad nos queda grande”.
Por favor, hermanos presbíteros, no vivimos en la cultura provincia de los abuelos en donde las parroquias todavía se sienten el ombligo de la comunidad social, vivimos en la enorme Ciudad de México, una de las más gigantes en población y problemáticas en el mundo. Es importante que nos demos cuenta que el mundo ya cambió, la cuidad ya cambió, la cristiandad terminó. Necesitamos achicar espacios y trabajar de veras en comunión no sólo entre nosotros, sino con la diversidad cultural que se nos impone.
Es evidente pensar que una Arquidiócesis con cuatro  obispos en vez de nueve puede facilitar la coordinación y la comunión pastoral efectiva. Yo doy mi voto de confianza a las intenciones de la nueva estructuración de las diócesis con la esperanza de que: “a grandes retos, grandes oportunidades”;
Ánimo Cardenal Aguiar, si Dios lo envío por aquí, estamos con usted. Y sabemos que apoyarlo significa también secundar los designios divinos para esta gran Arquidiócesis. Lamentamos que muchos piensen que apoyarlo a usted es estar en contra de todo lo realizado y alcanzado por su antecesor; por el contrario, lo valoramos, le agradecemos y lo reconocemos por su entrega y esfuerzo pastoral; pero hoy por hoy se trata de empujar con más fuerza una renovación urgente en nuestra Iglesia diocesana inserta en esta desafiante ciudad.
Muchos apoyamos su iniciativa y tenemos esperanza en que los nuevos cambios ayudarán a conectarnos más y mejor con nuestros fieles, y con todos aquellos que van quedando fuera de nuestro influjo evangelizador.


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