Jesús Martín Mendoza / El Heraldo
La llegada de Carlos Aguiar Retes al Arzobispado Primado de
México ha significado una verdadera revolución, que a muchos gusta y a otros
incomoda. Desde el primer día de su responsabilidad, decretó “cero tolerancia”
a los casos de pederastia en nuestro país.
La pederastia es un gravísimo crimen que ha sumido a la
iglesia católica en una de sus peores crisis en sus dos mil años de existencia.
Consiente de ello, el Cardenal Carlos Aguiar Retes cristalizó una sorprendente
estrategia que le brindaría: credibilidad a la Iglesia, atendería a las víctimas
de abuso sexual y neutralizaría a un difícil enemigo que desde hace 30 años
señala, cuestiona y condena el abominable crimen en el que incurren algunos de
sus ministros de culto.
Contra todo pronóstico, la Arquidiócesis Primada de México
firmó un convenio con la Red de Sobrevivientes de Abusos Sexuales (SNAP) por
sus siglas en inglés. Ambos buscan crear conciencia y educar sobre la urgencia
de proteger a los niños y personas vulnerables en el hogar. SNAP aceptó
trabajar de la mano con la propia Iglesia, compartirán un protocolo de atención
a las víctimas del pasado y de las que pudiesen presentarse hacia adelante.
El documento firmado por Joaquín Aguilar, director de SNAP
México y Marilú Esponda, directora de Comunicación de la Arquidiócesis, señala contundente
que buscan combatir, desde su raíz, estos casos y trabajar para sanar estas
situaciones. Lo más significativo del acuerdo es que ha evidenciado el silencio
de analistas, críticos y detractores de la Iglesia mexicana.
Carlos Aguiar Retes ha insistido en que estas acciones han
sido inspiradas por la sensibilidad del Papa Francisco, quien ha recibido a las
víctimas de abuso en su reciente visita a Chile. Consideró que, si lo ha hecho
el Papa, él también tendría que hacerlo, dijo en conferencia de prensa.
Estamos ante una nueva forma de hacer las cosas en la
Iglesia católica mexicana, pero no ha sido “miel sobre hojuelas”; las nuevas
estrategias no han gustado a algunos en el interior. Ayer trascendió que
sacerdotes buscan debilitar al nuevo arzobispo.
Los detractores no están de acuerdo en las nuevas reglas
para el seminario, el combate a los pederastas y que una mujer, Marilú Esponda,
esté al frente de las tareas de comunicación de la institución religiosa. Está
en marcha un reordenamiento dentro de la Iglesia. No será fácil, porque la
anterior administración, la de Norberto Rivera, cometió muchos pecados de
omisión.
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