Felipe Monroy / Signis
Hay que ser muy claros, si todo sigue el curso esperado,
será la última vez que los cuatro aspirantes a la presidencia de la República
estarán frente a frente compartiendo el mismo salón. Es el tercer y último
debate donde los candidatos y sus estrategas se jugarán su última carta dentro
del marco legal; el último ejercicio abierto al juicio de los ciudadanos para
ver y escuchar a los aspirantes responder ante tres temas generales (desarrollo
sustentable, educación y salud) y comportarse frente al último señalamiento que
sus contrincantes les hagan en su cara.
En general, para los estrategas políticos, el último debate
es donde se establecen todos los diferenciadores posibles entre candidatos. Por
ejemplo, en el último debate Clinton-Trump, los dos candidatos expusieron
radicalmente sus diferencias: si para la primera, la actuación de los jueces de
la Suprema Corte le parecía correcta, el segundo los criticaba ácidamente;
cuando Clinton pidió la regulación en la posesión de armas, Trump le reviró que
el norteamericano común cree profundamente en la Segunda Enmienda que le
garantiza la posesión y portación de armas.
Así continuó la noche, Clinton y Trump ahondaron el abismo
que les separaba: aborto, inmigración, el muro con México, seguridad interior.
Las acusaciones iban de ida y vuelta, pero aún con datos correctos: Clinton
acusó a Trump de usar inmigrantes ilegales para construir sus icónicos
edificios aprovechándose de su necesidad y vulnerabilidad; Trump acusó a
Clinton de deportar masivamente a indocumentados como una política permanente
como secretaria de Estado con Obama. Sin embargo, el clímax del debate fue la
provocación de Clinton contra Trump sobre su relación con Rusia y el presidente
Putin, que derivó en una vulgar recriminación mutua sobre qué candidato era
'marioneta' de Rusia; la demócrata acusó a Trump de usar recursos de su
fundación para mandarse a hacer retratos de 2 metros de altura; y el
republicano le reviró con el escándalo de la fuga de información a través de
los mails de la secretaria de Estado.
En síntesis: el último debate es la oportunidad de que los
candidatos muestren una imagen lo suficientemente definida como para sobrevivir
al alto contraste. Esa imagen tiene que durar hasta que el elector esté frente
a la boleta.
No obstante, el tema en la actual contienda presidencial en
México no es el contraste o la diferenciación entre candidatos, es justamente
lo contrario: cómo convencer a esa gran porción de indecisos que exigen puntos
medios de convergencia a los candidatos: más modernidad administrativa a López
Obrador, más empatía con el anti-corporativismo a Meade, más sencillez y
humildad a Anaya y más seriedad institucional a Rodríguez Calderón.
Sin embargo, nada parece apuntar a que los candidatos
suavizarán el tono; por el contrario, seguirán el manual e irán hasta el final
en la confrontación: Anaya insistirá en la alianza Peña-AMLO, Meade continuará
con la estrategia del miedo, López Obrador reiterará su posición ante la mafia
del poder y 'El Bronco' repetirá su condición ingobernable de independiente.
Bajo este modelo, los que realmente perderán serán los
temas: Crecimiento económico, pobreza y desigualdad; educación, ciencia y
tecnología; y desarrollo sustentable, salud y cambio climático. Es probable que
ningún candidato utilice su tiempo frente al micrófono para explicar a
profundidad alguna propuesta de política pública en estos rubros; al final, en
realidad tampoco es lo que esperan los ciudadanos espectadores.
El debate se realizará este martes 12 de junio en el Gran
Museo del Mundo Maya en Mérida, Yucatán, a las 21:00 horas. Desde el último
encuentro, el único golpe mediático nuevo fue la divulgación de un video donde
vuelve a posicionarse la trama del presunto lavado de dinero de Ricardo Anaya a
través del empresario Barreiro en Querétaro; mientras, en el war room de José
Antonio Meade se hace sentir la narrativa mercadológica de Carlos Alazraki
quien caricaturiza a López Obrador con actitudes de anciano senil; y, por su
parte, los estrategas de Andrés Manuel continúan pidiéndole al tabasqueño que
se mantenga en su discurso de amor y paz. Sin embargo, las encuestas parecen no
dar virajes importantes. Insisto, el tercer debate es la última oportunidad de
usar la última carta legal de los candidatos, aunque eso abra la puerta a otras
estrategias paralegales o francamente criminales. Esperemos que no.
@monroyfelipe
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