Aci
Prensa
A
través de un Decreto de la Congregación para el Culto Divino, el Vaticano ha
establecido que la memoria de la “Virgen María, Madre de la Iglesia” se celebre
cada año el lunes siguiente a Pentecostés.
“El
Sumo Pontífice Francisco, considerando atentamente que la promoción de esta
devoción puede incrementar el sentido materno de la Iglesia en los Pastores, en
los religiosos y en los fieles, así como la genuina piedad mariana, ha establecido
que la memoria de la bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, sea
inscrita en el Calendario Romano el lunes después de Pentecostés y sea
celebrada cada año”, dice el documento.
En
el decreto, la misma Congregación señala que “esta celebración nos ayudará a
recordar que el crecimiento de la vida cristiana, debe fundamentarse en el
misterio de la Cruz, en la ofrenda de Cristo en el banquete eucarístico, y en
la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los redimidos”.
“Tal
memoria deberá aparecer en todos los Calendarios y Libros litúrgicos para la
celebración de la Misa y de la Liturgia de las Horas: los respectivos textos
litúrgicos se adjuntan a este decreto y sus traducciones, aprobadas por las
Conferencias Episcopales, serán publicadas después de ser confirmadas por este
Dicasterio. Donde la celebración de la bienaventurada Virgen María, Madre de la
Iglesia, ya se celebra en un día diverso con un grado litúrgico más elevado,
según el derecho particular aprobado, puede seguir celebrándose en el futuro
del mismo modo”.
A continuación, el texto completo del
Decreto:
CONGREGATIO
DE CULTO DIVINO ET DISCIPLINA SACRAMENTORUM
DECRETO sobre
la celebración de la bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, en el
Calendario Romano General
La
gozosa veneración otorgada a la Madre de Dios por la Iglesia en los tiempos
actuales, a la luz de la reflexión sobre el misterio de Cristo y su naturaleza
propia, no podía olvidar la figura de aquella Mujer (cf. Gál 4,4), la Virgen
María, que es Madre de Cristo y, a la vez, Madre de la Iglesia.
Esto
estaba ya de alguna manera presente en el sentir eclesial a partir de las
palabras premonitorias de san Agustín y de san León Magno. El primero dice que
María es madre de los miembros de Cristo, porque ha cooperado con su caridad a
la regeneración de los fieles en la Iglesia; el otro, al decir que el
nacimiento de la Cabeza es también el nacimiento del Cuerpo, indica que María
es, al mismo tiempo, madre de Cristo, Hijo de Dios, y madre de los miembros de
su cuerpo místico, es decir, la Iglesia. Estas consideraciones derivan de la
maternidad divina de María y de su íntima unión a la obra del Redentor,
culminada en la hora de la cruz.
En
efecto, la Madre, que estaba junto a la cruz (cf. Jn 19, 25), aceptó el testamento
de amor de su Hijo y acogió a todos los hombres, personificados en el discípulo
amado, como hijos para regenerar a la vida divina, convirtiéndose en amorosa
nodriza de la Iglesia que Cristo ha engendrado en la cruz, entregando el
Espíritu. A su vez, en el discípulo amado, Cristo elige a todos los discípulos
como herederos de su amor hacia la Madre, confiándosela para que la recibieran
con afecto filial.
María,
solícita guía de la Iglesia naciente, inició la propia misión materna ya en el
cenáculo, orando con los Apóstoles en espera de la venida del Espíritu Santo
(cf. Hch 1,14). Con este sentimiento, la piedad cristiana ha honrado a María,
en el curso de los siglos, con los títulos, de alguna manera equivalentes, de
Madre de los discípulos, de los fieles, de los creyentes, de todos los que
renacen en Cristo y también «Madre de la Iglesia», como aparece en textos de
algunos autores espirituales e incluso en el magisterio de Benedicto XIV y León
XIII.
De
todo esto resulta claro en qué se fundamentó el beato Pablo VI, el 21 de
noviembre de 1964, como conclusión de la tercera sesión del Concilio Vaticano
II, para declarar va la bienaventurada Virgen María «Madre de la Iglesia, es
decir, Madre de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores
que la llaman Madre amorosa», y estableció que «de ahora en adelante la Madre
de Dios sea honrada por todo el pueblo cristiano con este gratísimo título».
Por
lo tanto, la Sede Apostólica, especialmente después de haber propuesto una misa
votiva en honor de la bienaventurada María, Madre de la Iglesia, con ocasión
del Año Santo de la Redención (1975), incluida posteriormente en el Misal
Romano, concedió también la facultad de añadir la invocación de este título en
las Letanías Lauretanas (1980) y publicó otros formularios en el compendio de
las misas de la bienaventurada Virgen María (1986); y concedió añadir esta
celebración en el calendario particular de algunas naciones, diócesis y
familias religiosas que lo pedían.
El
Sumo Pontífice Francisco, considerando atentamente que la promoción de esta
devoción puede incrementar el sentido materno de la Iglesia en los Pastores, en
los religiosos y en los fieles, así como la genuina piedad mariana, ha
establecido que la memoria de la bienaventurada Virgen María, Madre de la
Iglesia, sea inscrita en el Calendario Romano el lunes después de Pentecostés y
sea celebrada cada año.
Esta
celebración nos ayudará a recordar que el crecimiento de la vida cristiana,
debe fundamentarse en el misterio de la Cruz, en la ofrenda de Cristo en el
banquete eucarístico, y en la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los
redimidos.
Por
tanto, tal memoria deberá aparecer en todos los Calendarios y Libros litúrgicos
para la celebración de la Misa y de la Liturgia de las Horas: los respectivos
textos litúrgicos se adjuntan a este decreto y sus traducciones, aprobadas por
las Conferencias Episcopales, serán publicadas después de ser confirmadas por
este Dicasterio.
Donde
la celebración de la bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, ya se
celebra en un día diverso con un grado litúrgico más elevado, según el derecho
particular aprobado, puede seguir celebrándose en el futuro del mismo modo.
Sin
que obste nada en contrario.
En
la sede de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos, a 11 de febrero de 2018, memoria de la bienaventurada Virgen María
de Lourdes.
Robert
Card. Sarah Prefecto
No hay comentarios:
Publicar un comentario